2021.07 +2020: Ruptura temporal.
- Kalyna Rein

- 1 dic
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Actualizado: hace 6 días

Por Kalyna Rein — Escuela Satori
Libro: Metafísica Matrix 04 - InterDimensional. 2021
MM04-Blog 07. Versión ATP 2025.
Ruptura temporal.
Noticias de 5D. Actualización 2021.04
Por las Viajeras Astrales: Cris Arita y Kalyna Rein
Hola, mis compañeros del cielo partido… Hoy quiero contarles algo que no fue fácil de vivir, ni es sencillo de decir.
Tomamos silencio antes de hablar. No por miedo. Sino porque había que vivirlo. Había que dejar que el tiempo decantara lo que vimos con los ojos del alma. Porque esto que les traigo no viene de libros, ni de teorías. Viene de nosotras… De lo que cruzamos allá arriba, y también de lo que sangramos aquí en este mundo.
Cris y yo estuvimos ahí, entre las hebras del tiempo, y lo que descubrimos nos removió todo.
Esta vez hablamos de algo que suena extraño al oído terrenal: líneas temporales paralelas, bucles que se doblan sobre sí mismos, mundos alternos… Como si la vida fuera un río que se parte, se encuentra, se divide, y sin embargo… sigue siendo río.
Pero no quiero envolverlos en ideas demasiado complejas ahora. Quiero mostrarles lo que tocamos. Lo que aún llevamos bajo la piel.
Porque la Matrix, ese gran telar de lo humano, no es una sola. No es un único guion ni una única historia. La Tierra… sí, esta Tierra, vive muchas veces a la vez. Multiplica sus caminos. Y en cada uno, la humanidad canta, llora, lucha, ama… en formas que a veces se parecen, y otras veces se redimen.
Recuerdo la primera vez que entendí que esto no era una metáfora.
Vi una línea de tiempo como una hebra de luz, avanzando suave hacia un horizonte dorado. Era la línea positiva. La que evolucionó. La que logró florecer sin romperse.
Y junto a esa… otras hebras se retorcían, se ensombrecían, se apagaban… Líneas donde la humanidad se perdió. Donde olvidó quién era. Donde se dejó caer en su propia sombra.
Todas reales.
Todas vividas.
Todas posibles.
Y entre ellas… la nuestra. Esa en la que estamos ahora, tratando de recordar. Tratando de elegir, aunque no lo sepamos, en cada gesto, en cada pensamiento, hacia qué línea queremos inclinar el cauce.
No lo digo con teorías. Lo digo con cicatrices. Porque lo que vimos allá no fue sólo belleza. También vimos lo que arde.
Y sin embargo… hay una ternura inmensa en saber que no estamos atrapados. Que incluso ahora, mientras lees esto, estás caminando una hebra de tiempo… y puedes girar.
Hay una fuerza secreta que se activa cuando amamos, cuando despertamos, cuando elegimos mirar con claridad el mundo que nos rodeay decirle: sí, pero también puedo imaginar otro.
Así fue como lo vi. Y mientras lo cuento, una parte de mí vuelve a sentir ese murmullo entre dimensiones, como una canción de cuna entonada por la Tierra misma.
Y en esa canción, la esperanza no es un deseo… es una dirección.
Una vez escuché aquellas palabras:
— La historia no está escrita. La estás respirando ahora mismo.
Y al recordarlas…alzo la vista.
Allí, en el horizonte de lo invisible, una línea de luz me espera como un camino de regreso al origen.
El proceso de ascensión planetario.
Desde muy lejos en el tiempo… antes de que las ciudades se llenaran de ruido, antes de que olvidáramos por qué nacimos aquí, ya se hablaba de lo que estaba por venir.
Videntes, soñadores, profetas de fuego y agua… todos dibujaban dos caminos posibles en el horizonte del alma: uno oscuro, donde la humanidad se hundía en su propio abismo —el viejo Apocalipsis— y otro, más claro, más vasto… donde nos abríamos por fin a la hermandad cósmica y a la evolución de lo que realmente somos.
Ese segundo sendero… ah, cómo creció. Fue pequeño al principio, como una flor en la grieta. Pero el siglo XX le dio sol. Y con la llegada de mensajeros —no humanos, no terrestres, no lineales— fuimos recibiendo una nueva visión. Una nueva forma de nombrarnos. Una nueva forma de mirar al cielo sin miedo.
Comenzamos a recordar que ser humano no era sinónimo de límite, sino de puente. Que no estábamos solos, que no éramos menos. Y que el amor, ese viejo mensaje que los avatares dejaron tallado en la arena, no había muerto. Solo dormía bajo siglos de miedo, y ahora, por fin, despertaba.
Los Hermanos de las Estrellas lo dijeron con dulzura: — Pueden comenzar de nuevo.— Pueden reconstruirlo todo, desde el alma.
Y aunque muchos se burlaron, aunque los muros de las instituciones temblaron y rugieron, la semilla se plantó.
Y entonces… llegó Internet. Y con ella, algo que nadie esperaba: una hermandad cuántica. Invisible. Silenciosa. Poderosa. que, sin conocerse, se reconocían. Seres que al leer una frase, al mirar una imagen, al oír una melodía, sabían: no estoy sola.
Así nació una voluntad. Una fuerza. Un río de consciencias unidas por la luz.
No fue sin resistencia. No fue fácil. Pero quienes conocen la alquimia del alma, saben que una sola chispa de luz puede encender el universo.Y cuando suficientes corazones se alinean en una vibración de amor, el campo entero comienza a temblar con una nueva música.
Meditaciones personales, encuentros secretos bajo la luna, actos de bondad sin testigos, el renacer del trueque, del cuidado, del "ganar contigo y no sobre ti"... Todo eso empezó a cambiar la textura misma de la realidad.
Las religiones… esas que durante tanto tiempo levantaron muros, comenzaron a mirarse entre sí, a recordar el origen común, a rendirse —al fin— ante el misterio que las une.
Ese clima, ese nuevo aliento planetario, hizo posible que los hermanos mayores —los del cielo y del núcleo, los de afuera y de adentro— se acercaran un poco más.
Empezaron a intervenir donde antes no podían. A susurrar en decisiones políticas, a desactivar planes oscuros, a sostener a quienes se atrevían a construir desde el bien.
Y la Tierra… oh, la Tierra también respondió.
Porque la Matrix no es un muro. Es un espejo. Y cuando las conciencias cambian, el reflejo se transforma.
Comenzaron a sentirse las frecuencias nuevas, el ritmo del planeta elevándose como una danza que se acelera. El tiempo… se volvió otro. Las capacidades ocultas despertaban en niños y ancianos. La alegría se volvió un acto de fe. Y la realidad, más sutil… más luminosa… más líquida.
Desde planos más hondos, la Federación misma —esa que por tanto tiempo se vio limitada—pudo curarse, quitarse ataduras, sanar su propia historia. Y entonces, el gran momento llegó.
La Tierra ya estaba lista. El umbral estaba abierto. El contacto, permitido. La ayuda, sin trabas.
Ya no éramos los mismos. Veíamos. Comprendíamos. Flotábamos entre dimensiones y sabíamos que nunca fuimos solo carne.
Algunos comenzaron a volver a casa. Literalmente. Volvieron a sus estrellas. Otros encontraron lugares más suaves dentro del multiverso, y la vieja Matrix terrestre… la pesada, la opaca, pudo ser desactivada.
Como una crisálida que se rompe cuando la mariposa ya no cabe.
Y ahora te pregunto…
¿No era esta nuestra historia?
¿No era esto lo que estábamos logrando?
Entonces…
¿en qué momento lo perdimos?
¿En qué pliegue del sueño nos desviamos?
El viento, al preguntarlo, me lleva la voz. Y yo, con el alma suspendida, me detengo a escuchar.
Porque quizá, aún no es tarde.
Quizá… solo nos adormecimos un instante. Y al abrir los ojos, el portal aún siga ahí…esperando nuestra canción.

Escrito por la Maestra, Kalyna Rein.
La que camina entre mundos...
Nota: versión adaptada APT (apta para todo público).
La versión original se reserva para estudiantes avanzados de la Escuela Satori.
Continúa en la publicación: Lucha por el Control.




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