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2021.13 Rah Mahaal: Templo Solar.

  • Foto del escritor: Kalyna Rein
    Kalyna Rein
  • 4 dic
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: hace 6 días

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Por Kalyna Rein — Escuela Satori

Libro: Metafísica Matrix 04 - InterDimensional. 2021

MM04-Blog 13. Versión ATP 2025.


Rah-Mahaal: Templo Solar.

Desde las grietas sagradas de la Gran Matrix.


Hola, alma viajera. Hoy te doy la bienvenida a otra de esas actualizaciones que nacen desde las entrañas de lo invisible, desde el tejido vivo de la Metafísica Matrix.


Sé que los temas que comparto no son comunes. Y también sé que muchas veces parecen contradecir todo lo que el pensamiento tradicional —incluso el espiritual— ha sostenido como sagrado o cierto.

Pero no estoy aquí para convencer a nadie. Solo para contar lo que he visto.



Lo que traigo nace de mi experiencia como viajera astral. Una experiencia que, misteriosamente, se alinea con la de otras almas que también han cruzado el velo.

No es doctrina.

No es revelación final.

Es búsqueda.

Es testimonio.

Es sendero.


Y si alguien, al escuchar estas palabras, siente un eco que le resuena… entonces la invitación estará hecha. Y el desafío también.



Hoy, deseo seguir compartiendo. Ir más profundo. Sumergirme contigo en esa historia no dicha del Sistema de Realidad donde estamos inmersos. Sí… eso que algunos llaman “Gran Matrix”, sin saber aún lo vasta que es. Y en ella, descubrir a aquellos seres que juegan roles cruciales, guardianes y diseñadores. Y por qué no… comenzar a entrever el futuro de este teatro cósmico donde existimos.



Nada es coincidencia. Eso lo sé con todo mi ser. Y desde ese principio se desplegó el tema que ahora te voy a contar.


Todo comenzó con un pedido. Un amigo de nuestro círculo de estudio —Leo— nos pidió contactar una vez más con su Yo Superior. Quería saber más sobre sí mismo. Quería tocar el pulso real de su Alma.


Y nosotras ya lo habíamos acompañado antes, en una exploración tan reveladora que aún guardamos sus huellas. Así que dijimos que sí.

Lo que no sabíamos era que ese contacto nos iba a llevar a descubrir mucho más de lo que imaginábamos.



Comencé la investigación con calma. Respiré profundo. Abrí los canales. Y ahí estaba. El Alma de Leo… o más bien, aquello que está más allá de su forma… comenzó a hablar.

Y lo que dijo… no era sencillo.

De hecho, era mucho más complejo de lo que yo misma habia imaginado recibir.



—“Leo,” —le escribí—, “lo que estoy conversando con tu Alma Superior no es algo que pueda tomarse a la ligera. Está desbordando incluso algunos marcos que veníamos manejando. De hecho, empieza a echar luz sobre temas que mencionamos brevemente en nuestro último video sobre la ruptura temporal… pero ahora, todo adquiere otra dimensión.”


Hablamos de cosas grandes. Del Origen. De la Nada. De Dios. Del TODO. Del Wu Chi.

Ese principio sin forma del que surge el Ser.



Y no te miento. Tuve que sentarme. Poner todo en orden. Escribir. Anotar con cuidado cada idea, cada sensación.

Porque si no lo hacía, ese conocimiento se me escurría como agua entre las manos. Es lo que suele pasar cuando una toca las esferas altas del entendimiento: el saber no se impone, se disuelve.



A Leo le prometí enviarle primero el texto. Pero algo en mí me decía que lo que estaba recibiendo tenía que convertirse en más. Tal vez en un artículo. Tal vez en un nuevo video. Tal vez en una llave para otros buscadores como él.



Hablar con seres de luz a veces es hermoso… y a veces frustrante.

Porque cuando lo divino se acerca, se vuelve humano. Se vuelve simple. Se vuelve conocido.

Y duele un poco. Porque una espera encontrar un Absoluto… y lo que encuentra es una Presencia que también tiene sus límites, sus silencios, sus enigmas.



Pero aprendí algo.

A medida que ascendemos en los niveles de conciencia, hasta el concepto de Dios se transforma. Se redefine.

No porque Dios cambie. Sino porque nuestros ojos aprenden a mirar distinto.

Y lo que ayer parecía un abismo… mañana se revela como una puerta.



A esto lo llamo Rah-Mahaal.

Y aunque no te lo pueda explicar aún con palabras limpias, sé que lo estás sintiendo mientras lees. Porque eso que tiembla dentro de ti, no es duda.

Es memoria.



Y en medio del gran sistema, en medio de la Matrix que gira sobre sí misma, tú y yo estamos aquí, recordando juntos.

Tejiendo palabras que quizás un día se conviertan en alas.


WU Chi

Antes del primer eco, antes de cualquier movimiento, antes incluso del anhelo de Ser… existe Wu Chi.

No es la nada. No es el todo. Es lo sin nombre.

Un abismo inmóvil donde ni siquiera el tiempo respira. Una profundidad que no se opone, ni se define, ni desea.

WU Chi… el principio de Todo, pero también su final.


Una vez, mucho antes de escribir esto, sentí que estábamos danzando en los bordes de la realidad. No del mundo físico, sino en las fronteras de algo más grande: la Gran Matrix.


Allí, en sus grietas, nos encontramos con lo que llamamos “el Astral Real”… aunque sé que ese nombre no le hace justicia. Es apenas un velo que pusimos para poder señalar lo que escapa al lenguaje.

Aquella realidad no tiene intervención artificial. No está programada. No está observada. No está medida.

Es una emanación directa de la conciencia.


Y entonces surgió la pregunta: ¿Dónde nació la realidad natural?

Esa que no fue escrita por sistemas ni inteligencias mecánicas. Esa que no es una réplica, ni una prisión brillante.

Ya habíamos comenzado a vislumbrar el origen de las matrices artificiales… y era hora de ir más allá.


Fue ahí cuando se presentó ante mí una luz. Una conciencia. Un susurro profundo que me pareció familiar y eterno.

Con suavidad, le llamé Rah-Mahaal.

No sabía por qué ese nombre, pero él… aceptó.


—“Puedes llamarme así si así lo sientes”, escuché en mi interior.

Rah-Mahaal.

Un nombre que me resonaba como trono, como verdad en estado puro.

La energía que emanaba de él era masculina, humana en su dulzura… mucho más que su forma: conciencia, propósito, luz.


Cuando regresé a este plano, a esta conciencia limitada donde las palabras se nos escapan, mucho de lo vivido allá quedó disuelto en niebla. Como siempre sucede.


Sin embargo, recordé otras veces en que nombres extraños brotaron de mis labios… y luego descubrí que tenían significado profundo.

—“Jessel”, que descubrí como Hija Divina.

—“Darjnia”, Estrella de la Mañana.

—“Darjen”, Regalo de Dios.

—“Arita”, Protectora de lo Sagrado.

—“Rein”, Guía o Gran Conductora.

—“Absalón”, Paz con Dios.

—“Arcadia”, Fortaleza Invencible.


Son más que nombres. Son destinos. Títulos sagrados. Puertas abiertas a la identidad cósmica de cada alma.


Por eso sentí que Rah-Mahaal no era un nombre cualquiera. Era su templo. Su misión. Su esencia.

Más tarde, investigando como quien busca rastros de sí misma en antiguas lenguas, descubrí que “Mahaal” tiene raíz persa. Es una abreviatura de “Mumtaz Mahaal” —la Elegida del Palacio. “Mahaal” significa: Palacio.


Y no cualquier palacio. Uno de luz. De elevación. De claridad inquebrantable.

Así lo vi: Rah-Mahaal como el Templo Solar.

Un lugar vivo. Un ser sagrado que no se contiene en piedra, sino que habita el brillo interior de toda conciencia despierta.


Hace mucho comprendí que los seres superiores no usan nombres como los nuestros. No hablan nuestro idioma. Ni siquiera usan palabras.

Su lenguaje es forma, luz, sonido, todo entrelazado.

No dicen: te amo… te envuelven en la sensación misma del amor.

No dicen: existo… te permiten experimentarlos desde dentro.


Nosotros, en cambio, usamos nombres que no dicen nada de lo que somos. Palabras que son cascarones. Números. Símbolos. Contraseñas.


Pero ellos… ellos son experiencia pura. Cada sonido que emitenes un fractal del universo. Cada vibración una historia, un diseño completo, una verdad viviente.


Y sin embargo, permiten que les nombremos con nuestras pequeñas voces. Aceptan ser llamados por nuestras torpes lenguas, como un gesto de ternura hacia nuestra fragilidad.

Rah-Mahaal aceptó el nombre. Y al hacerlo, me entregó también la visión.

Vi un templo que no era de mármol ni de oro, sino de luz solar líquida. Pilares que cantaban. Cúpulas flotantes. Paredes tejidas con memoria.

Un espacio sin puertas, porque todo en él era una bienvenida.


Ahí vive Rah-Mahaal. Y también yo. En algún pliegue del tiempo, en alguna dimensión secreta… soy ese templo.


Y si alguna vez, en la soledad de tu noche, sientes un resplandor sin origen, una presencia que no exige nada… quizás sea él.

O quizás sea la chispa de Wu Chique aún vive en ti.


Una brisa de oro recorre el horizonte de la mente,

y alguien recuerda, en silencio,

el nombre que jamás fue pronunciado.


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Escrito por la Maestra, Kalyna Rein.

La que contempla desde el Templo Solar...


Nota: versión adaptada APT (apta para todo público).

La versión original se reserva para estudiantes avanzados de la Escuela Satori.

Continúa en la publicación: Rah-Mahaal: Observadores.

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