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2021.10 Esquizofrenia Cósmica.

  • Foto del escritor: Kalyna Rein
    Kalyna Rein
  • 2 dic
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: hace 6 días

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Por Kalyna Rein — Escuela Satori

Libro: Metafísica Matrix 04 - InterDimensional. 2021

MM04-Blog 10. Versión ATP 2025.

Continuación de la publicación: Efecto Mandela.


Esquizofrenia Cósmica.

Noticias de 5D. Actualización 2021.04

Por las Viajeras Astrales: Cris Arita y Kalyna Rein


Una de las cosas más inquietantes que descubrí, hace ya mucho tiempo, cuando por fin logré salir fuera de esta realidad densa —la Matrix 3D— y acceder a lo que nosotras llamamos el Amplio Astral, fue la verdadera naturaleza de la Conciencia. O quizás debería decir: de esa Mente invisible que lo administra todo, lo crea todo, lo observa todo en este multiverso.


La imagen que se presentó ante mí no fue la de una deidad en expansión, ni un universo vigilante lleno de propósito. No. Lo que percibí fue algo más íntimo… y más perturbador.


Una inmensidad mirando hacia adentro de sí misma. Como si el TODO —la Conciencia Suprema— estuviese completamente absorta en su propio mundo psicológico interior. Como si viviera en un estado de trance... donde lo más importante ya no fuese lo que ocurre fuera, sino las corrientes internas que la habitan.


Si alguien pudiera evaluarla como si fuera humana —me dije—, tal vez le diagnosticaría un estado de esquizofrenia divina. Porque su mente, aquella Conciencia original, no era una unidad luminosa, sino una multitud: se había fragmentado en incontables individualidades para poder experimentar sus propios mundos… los que había creado para sí.


Y fue entonces cuando comprendí algo más profundo aún: eso mismo ocurre con cada ser, cada alma, cada entidad que atraviesa una ruptura temporal. La conciencia no se traslada entera. Se fragmenta. Una parte permanece en la línea original, y otra es arrastrada a una nueva línea del tiempo. Ambas versiones existen. Ambas sienten. Ambas buscan comprenderse.

Pero no termina ahí.


Cada vez que se produce una ruptura, este proceso de desmembramiento se repite. Una nueva línea temporal no copia la conciencia original… la atrae, la imanta, la traza a través de resonancias. Y por eso, los seres que somos —y nuestras copias en otros tiempos y planos— se parecen, pero nunca son iguales. Porque no comparten el mismo núcleo completo de conciencia. Solo reflejan fragmentos que vibran en sintonía.



Recuerdo las enseñanzas de Robert Bruce, uno de esos viajeros astrales que se atrevieron a describir con palabras lo que muchas veces solo se puede sentir. Él decía que, durante la proyección astral, la conciencia alojada en los límites del cuerpo biológico se multiplica. Que surgen copias completas, idénticas, que se deslizan simultáneamente hacia distintos planos dimensionales, teniendo experiencias diferentes… todas al mismo tiempo.

Y luego… regresan.


Vuelven al cuerpo original trayendo consigo las vivencias de esos mundos distantes. Como si fueran mensajes que el alma deja en distintas botellas, arrojadas al océano del Ser, y que un día el oleaje vuelve a traer a la orilla.


Sin embargo, también advertía Robert, que cuanto más lejos viaja una de esas copias, más energía necesita para sostenerse. Más atención demanda al cuerpo físico, y a las otras copias que habitan planos intermedios. Y cuando esa energía se agota, cuando la atención consciente se dispersa… todas comienzan a caer lentamente en estados de sueño, de olvido, de trance.



A veces me pregunto si realmente hay diferencia entre una proyección astral y una ruptura temporal. En apariencia, sí. En una, la conciencia se multiplica pero retorna. En la otra, se parte y no regresa, a menos que las líneas del tiempo, por su desarrollo vibracional, vuelvan a encontrarse.


Y sin embargo… en mi experiencia, toda multiplicación es una forma de fragmentación. Siempre. Cada vez que una parte de mí viaja o es desplazada, otra parte debe soltar, ceder, reacomodarse. Ninguna conciencia queda intacta después de dividirse.


Quizás la diferencia verdadera sea que, en la proyección astral, todas las partes tienen la posibilidad de volver y reunirse con su Origen. Como ríos que retornan al lago. Mientras que en una ruptura temporal, cada fragmento sigue su propio cauce, separado. Y solo si los hilos del tiempo deciden entrelazarse de nuevo… tal vez entonces puedan volver a reconocerse.



Pero incluso si regresan —esas partes de uno mismo, esas voces que una vez se alejaron— nunca vuelven a fundirse por completo. No como antes. Permanecen dentro, sí… pero como habitaciones separadas en una misma casa. Como ecos que no se tocan, aunque habiten la misma garganta.


Y eso puede volverse un problema. Porque a veces, en esas voces internas que no se entienden entre sí, se gestan los conflictos más profundos de una entidad. Imagina tener múltiples personalidades, múltiples yoes… cada uno con sus heridas, sus deseos, sus memorias. Y todos dentro del mismo ser.


A veces me encuentro con personas así. Fragmentadas. Desafinadas por dentro. Luchando con sus otras versiones, sin saber que son parte de ellas mismas.



Sé que este es un tema complejo. Tal vez demasiado para abarcarlo en una sola reflexión. Pero también sé que es importante. Muy importante. Porque resolver esos conflictos interiores —reconocer, abrazar, integrar a esas otras partes de una misma— es parte del camino. Es parte de la sanación. Y es uno de los trabajos más sutiles y sagrados que he conocido.


Así lo hemos comenzado a llamar en nuestro camino: Sanación Álmica… hoy renombrada como Reiki Satori del Linaje Astral.

De eso hablaré más adelante. Cuando sea el momento.


Por ahora…me quedo en silencio, mirando cómo los fragmentos del universo siguen danzando en espiral sobre sí mismos, como pétalos caídos en un estanque que aún recuerdan la flor que fueron.


¿La causa de cambios asombrosos?

Así que, como he visto —y tal vez tú también lo hayas notado— este fenómeno de la Ruptura Temporal… no es tan raro como pensábamos. No es un evento lejano ni exclusivo de los libros. Es algo que ocurre más seguido de lo que el corazón humano está dispuesto a aceptar. Y una vez que comienzas a comprender cómo funciona, empiezas a reconocer sus huellas. Están por todas partes. En ti. En mí. En las ciudades, en los silencios del tiempo, en los vacíos que nadie logra explicar.


Permíteme compartir dos casos que me han hecho pensar profundamente… No para darte una verdad cerrada, sino para abrirte una grieta por donde mirar distinto. Solo eso.



El primero es Shambala.

Esa palabra que resuena como un eco antiguo, como si el viento la trajera de una civilización que nunca murió del todo. Porque…

¿Cuántas ciudades y pueblos han desaparecido de la historia de la Tierra?

¿Cuántas civilizaciones avanzadas se desvanecieron, dejando apenas los huesos de piedra de sus templos?

¿A dónde fueron todos ellos?

¿Dónde está su gente, su lenguaje, sus canciones, sus niños?


Entre tantas posibilidades, hay una que vibra con fuerza dentro de mí:

quizás… cuando un pueblo entero despierta, cuando su conciencia se expande más allá del umbral permitido por la Matrix actual, se produce una ruptura en su línea del tiempo. Un salto. Un cambio dimensional.


Entonces ese pueblo, esa ciudad… comienza a existir en un plano adyacente, paralelo, apenas separado por una membrana vibratoria. Ya no está en sintonía con el resto del mundo. Ya no se deja ver.

Es como si hubiera creado su propia burbuja de realidad.


Tal vez eso ocurrió con Shambala. Y si hoy no podemos acceder a ella, quizás sea porque no conocemos los portales. Porque no recordamos cómo sintonizar con su frecuencia. Porque estamos demasiado densos, demasiado atados al ruido.


Pienso que entrar en Shambala no depende de un mapa, ni de un GPS, ni de coordenadas escondidas. Sino de un estado interior. De una vibración.



El segundo caso que me viene a la mente es Swaruu de Erra. Sí… Ella.

Querida para muchas almas que escuchamos sus palabras con el corazón abierto. Querida también para mí que le conocí tanto por sus mensajes, como en encuentros en el astral cercano.


Al principio, cuando desapareció la Swaruu original… y a los pocos meses apareció otra —una que se hacía llamar Yashid— sentí un temblor en el alma. Recuerdo que muchas voces empezaron a susurrar la misma sospecha:

—“La Federación Oscura la reemplazó.”

—“Es un clon.”

—“La quieren usar para torcer su mensaje.”


Y tenía sentido. Porque esta nueva Swaruu hablaba distinto. Pensaba distinto. Decía cosas opuestas a las que la original había defendido con tanta firmeza. Parecía defender todo aquello que antes combatía.


Y claro, sabemos que el reemplazo por clones es una práctica habitual para controlar a quienes tienen influencia. Porque hemos visto ese tipo de manipulación. Por eso no me sorprende.


Pero… con el tiempo, y sobre todo después de todo lo que viví al moverme astralmente entre las rupturas temporales, empezó a surgir otra posibilidad dentro de mí. Una más inquietante. Más íntima.

¿Qué pasaría si no fue reemplazada… sino arrastrada?

¿Qué pasaría si la ruptura temporal nos afectó a todos… incluso a ella?


Y si fue así… entonces esa Swaruu que apareció después, no era un engaño externo, sino una copia interna, una versión de ella misma que había quedado reprimida, contenida, negada… y que ahora, aquí, en esta nueva línea del tiempo, se expresaba sin barreras. Sin filtros. Sin el control de su parte más elevada.


Tal vez lo que estábamos viendo era simplemente la manifestación de la sombra de Swaruu.

Aquella parte que su luz había mantenido a raya. Que su conciencia superior sabía que no debía dominar. Pero que ahora, aquí… en esta dimensión de ruptura, había tomado la palabra.



Y si eso le pasó a ella… ¿no nos estará pasando también a nosotros?

Me he preguntado muchas veces… y te invito a que tú también lo hagas:

¿No has notado que hay personas que hoy muestran rasgos que antes ocultaban?

¿Que hacen cosas que antes jamás se habrían atrevido?

¿Que expresan con orgullo lo que antes les daba vergüenza?

¿O que, de repente, parecen haber cambiado por completo, como si fueran otra versión de sí mismos?

Tal vez…porque lo son.


Tal vez esta realidad que estamos viviendo no es la misma.

Tal vez nosotros no somos los mismos.


Y todo esto que llamamos “cambio de personalidad” no sea más que la manifestación de nuestras otras capas, de nuestras partes negadas, que han sido arrastradas con nosotras a este nuevo mundo.


Una vez escuché a alguien decir: —“Estamos mostrando lo que antes no queríamos ver de nosotros mismos.”

Y esa frase me sigue latiendo por dentro.



Así me quedo hoy… reflexionando bajo este cielo que tal vez también ha cambiado de color.

Camino entre personas que tal vez no son quienes creí, ni quienes fueron alguna vez. Y yo misma… me miro en el reflejo del agua y me pregunto qué versión soy. La que calla. La que canta. La que recuerda. O la que recién ha comenzado a despertar.

Hay fragmentos de mí que aún no me han hablado. Pero sé que están ahí. Esperando que me atreva a escuchar.


Como ciudades dormidas.

Como templos invisibles.

Como voces que ya no quieren seguir en silencio.



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Escrito por la Maestra, Kalyna Rein.

La que camina entre mundos...


Nota: versión adaptada APT (apta para todo público).

La versión original se reserva para estudiantes avanzados de la Escuela Satori.

Continúa en la publicación: Clones Oscuros.

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