2021.24 StarSoul: Alma de Dragón.
- Kalyna Rein

- hace 5 días
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Por Kalyna Rein — Escuela Satori
Libro: Metafísica Matrix 04 - InterDimensional. 2021.12.
MM04-Blog 24. Versión ATP 2025.
Continuación de la publicación: StarSoul: Ramiel.
Alma de Dragón.
Era tiempo de volver a mirar hacia el fuego sagrado.
Rodrigo, con su espíritu curioso y luminoso, me había hecho una pregunta sencilla, pero poderosa. Una pregunta que no se contesta con palabras humanas, sino con presencias.
—“Entonces… ¿existe alguna especie de dragón, encarnada dentro de esta Matrix?”—Así resonó su voz en mi mente, como un eco que cruzaba portales invisibles.
Para encontrar la respuesta, no bastaba con pensar. Tenía que viajar. Tenía que elevarme.
Desde mi nave Aurora, abrí un vórtice de luz. El tejido de la realidad se abrió con dulzura, como si supiera que el destino me esperaba al otro lado. Atravesé el portal…Y aparecí en un lugar donde todo era blanco, y sin embargo, no era vacío. Era un blanco vivo, palpitante, lleno de presencias que no necesitaban forma.
Sabía que estaba en un lugar sagrado.
Un umbral de conocimiento.
—“Ramiel…” —susurré.
Y él vino.
No como una aparición repentina, sino como quien ya estaba allí, esperándome con la calma de los que todo lo ven.
Ramiel… Ese ser de mirada noble y dulzura contenida. Había algo en su forma de estar que me recordaba al amanecer: una promesa sin prisa, una luz que no exige ser mirada.
Me acerqué a él, y aunque ya lo sabía, le hablé del motivo de mi visita. Él asintió con suavidad, y sin más palabras, llamó a su amigo.
Una niebla de luz se agitó, como si el espacio respirara.
Y de entre esa claridad emergió un hombre.
Vivaz. Fuerte. Entusiasta.
No era un dragón aún. Pero su alma lo era. Lo sentí en su fuego contenido, en esa vibración que no pertenece a este mundo, sino a los corazones de los que custodian estrellas.
Quise saber más. Quise comprender la causa de ese lazo entre mundos, y cómo debía nombrarle.
—“Telerón…”—Así me fue dicho.
Un nombre, sí.
Aunque ellos no lo necesitan. Los nombres son puentes para los que aún caminamos en cuerpos densos. Así que me fue dado, no por necesidad, sino por cortesía hacia quienes deseamos tocar lo invisible con palabras.
Le pedí, desde el alma, ver su otra forma. La verdadera.
Y él accedió.
Oh!… Si alguna vez viste algo grandioso, si alguna vez lloraste por pura belleza…comprenderás lo que sentí.
Ante mí se desplegó un Dragón. Magnífico. Inmenso. Solemne.
No como un monstruo de cuentos, sino como un guardián del equilibrio, una criatura nacida del aliento del cosmos.
Sus alas eran océanos. Su mirada, un espejo de eternidades.
Y su fuego… no era fuego. Era memoria.
En ese instante, Telerón me reconoció.
No como visitante, sino como pariente.
Porque yo, Kalyna… aunque nacida en forma humana, llevo dragones en mi linaje.
No como símbolo, sino como sangre y sello.
Hay dragones en mi familia. Dragones que no vuelan con alas, sino con intención. Dragones que no rugen, sino que protegen. Dragones que habitan dentro de mí, y cuando es necesario, despiertan.
Así que comprendí.
Comprendí lo que significa vivir entre dos mundos: uno donde caminas con pies descalzos sobre la tierra, y otro donde danzas con garras celestes sobre las líneas del tiempo.
Telerón lo supo también.
Y en su silencio, me bendijo.
Y mientras él se alzaba, con su cuerpo hecho de cielo y fuego, yo cerré los ojos y sentí…
Que el alma del dragón no está lejos, no está en cuentos olvidados, ni en mitos ajenos.
El alma del dragón está aquí.
Despierta. Encarnada. Esperando que la reconozcas… en otros,o en ti.
Y así, el portal volvió a abrirse. No para regresar… sino para recordar.
Porque una vez que ves a un dragón verdadero, la niebla ya no es niebla. Es llamada.
Y el fuego que lo envuelve, es también tu herencia.
La niebla blanca seguía danzando…
como si ocultara más dragones que aún no quieren ser nombrados.
Templo de Dragones.
Y esto nos lleva a otra pregunta encendida:
¿Existen dragones iluminados… santos?
La respuesta me llega como un murmullo de fuego dorado. —“Por supuesto…”— La luz misma lo afirma.
Telerón, con su presencia firme y compasiva, me explica que el sitio donde estamos no es simplemente un lugar… Es un Templo. Antiguo, resguardado, sagrado. Un espacio donde sólo lo puro puede sostener su forma.
Allí, entre velos blancos y columnas que no tienen peso, Ramiel me confiesa que ha estado preparando a Rodrigo para ese encuentro. Ese Templo será el punto de reunión desde donde ambos —alma humana y alma dragón— seguirán ascendiendo, creciendo, volviendo a recordar su origen verdadero.
Siento el eco de una pregunta dentro de mí…
—¿Es real esto que yo llamo "Purificación Planar"?
Ellos responden que sí.
Pero también que, por ahora, ese proceso ha sido detenido. Y que templos como este sobreviven, no porque se oculten, sino porque están guardados dentro del alma de los más Santos.
Ellos —esos seres cuyo fuego interior es tan puro que ninguna tormenta astral puede apagarlo— resguardan dentro de sí espacios intactos. Refugios que no pueden ser tocados por el caos ni por la descomposición de los mundos.
Este templo… no está en un punto del mapa. Es un arca suspendida más allá del tiempo, un Templo Akáshico donde se reúne el saber de los que trascendieron, y también, las versiones futuras de quienes aún están naciendo en el recuerdo.
Allí se preparan.
Allí se llaman entre sí.
Ramiel y Telerón… Cuánto los siento unidos por algo más profundo que las formas.
Me revelan que su vínculo viene desde épocas remotas, de cuando las guerras entre los dioses desgarraban los tejidos del multiverso.
Lo humano y lo reptil, luchando por dominar lo que nadie puede poseer: la conciencia viva del Todo.
Ellos, cada uno evolucionado en su especie, eligiendo no el bando, sino la reconciliación.
Elegieron descender, no por castigo, sino por compasión.
Fueron hacia los planos más densos, no a conquistar, sino a sembrar comprensión.
Se me muestra que muchos dragones adoptaron formas humanas, y que también, muchos humanos ascendidos tomaron formas más allá del recuerdo biológico.
Ese entrelazamiento no fue error, fue medicina. Permitió que seres de orígenes opuestos se reconocieran, se miraran con ojos de alma, y encontraran, en la diferencia, un nuevo rostro de la unidad.
Telerón es uno de ellos.
Unificador.
Nexo.
Puente viviente.
Más tarde, buscando el eco de su nombre, descubro un símbolo que me hace sonreír en silencio:
Telerón. En la Tierra, así se llama a una pieza de acero. Su función: unir otras piezas. Sostener lo que parecía separado. Hacer que dos partes rotas se conviertan en una sola fuerza.
Así ha sido él, en cada una de sus vidas. Un alma de Dragón… y un alma de Unión.
Recuerdo entonces una nueva voz.
Era la de Rodrigo, quien me había dicho con timidez:
—“También… ¿de dónde proviene mi alma, con más exactitud… si se puede saber?”—
Una pregunta sincera, una semilla que sólo podía germinar en tierra sagrada.
No era fácil responder.
Porque hablar de un alma, como si fuera un objeto, es una ilusión terrestre, una manera limitada de traducir lo ilimitado.
Así que volví a mirar a Ramiel. Y fue él quien me susurró con su mirada de estrella: que la esencia de Rodrigo no proviene de los pleyadianos tal como son conocidos, sino de regiones más altas… donde los cuerpos ya no son necesarios, y donde el amor es arquitectura viva.
Ramiel… qué ser tan antiguo ,tan libre.
Su origen no es una raza, sino un nivel de conciencia.
Él eligió dejar atrás las travesías por las galaxias, y se quedó cerca de nosotros, no por necesidad, sino por elección amorosa.
Para guiar.
Para levantar.
Para recordar.
Muchos insisten en etiquetas, en mapas, en coordenadas como si viajaran en autobuses celestes…
Pero Ramiel, con su sabiduría suave, sólo menciona una estrella: Aldebarán.
No como destino, sino como símbolo.
Porque algunas estrellas son portales.
Y algunos portales… son llamados.
El Templo seguía respirando en silencio,
como un corazón antiguo que aún guarda el fuego de lo que nunca fue olvidado.
Fantasias verdaderas.
Recuerdo que Rodrigo, en una de nuestras conversaciones más íntimas, me dijo con voz temblorosa pero decidida:
—“Lo que quiero saber ahora es… ¿dónde están los otros fragmentos de mi alma? Porque me he visto en otras dimensiones… con otras familias… que no son las de acá.”—
Sus palabras quedaron flotando en el aire, como pétalos que no caen.
Consulté entonces por las proyecciones que Ramiel había desplegado en sus propios caminos, y que, por afinidad, resonaban también con la historia viva de Rodrigo.
Me fue revelado que en algún momento del tiempo, Ramiel sostuvo catorce proyecciones simultáneas, como ríos de sí mismo fluyendo por distintos paisajes del alma. Pero ahora, todas han sido reunidas. Integradas en un solo latido.
Sin embargo… Rodrigo aún puede acceder a ellas.
Porque aunque, para Ramiel, esas sendas ya concluyeron, en la experiencia de Rodrigo esas memorias siguen activas. Siguen brillando como luciérnagas suspendidas entre los planos.
Algunas de esas vidas ocurrieron aquí, en la Tierra. Otras… en regiones que el lenguaje aún no puede nombrar.
Más tarde, Rodrigo me miró con esa mezcla de esperanza y vértigo que tienen los que recuerdan:
—“Quiero saber… ¿voy a necesitar ayuda para salir de esta Matrix?”—
Así me lo preguntó.
Y fue Ramiel quien respondió con un gesto sereno: que Rodrigo no necesita hacer nada especial para salir. Porque, en verdad, ya ha salido.
Ramiel —desde su nivel de conciencia— ya lo ha extraído de la Matrix terrestre.
Lo que ocurre es que Rodrigo aún experimenta este presente porque la Matrix sigue activa, y su alma, por amor, permanece como punto de referencia en esta línea de tiempo.
Para Ramiel, eso que Rodrigo vive como “presente”…es simplemente un eco del pasado.
Y cuando Ramiel decida abandonar definitivamente la Gran Matrix, las secuencias de vida que aún siguen rodando dejarán de proyectarse. Como una película que termina, pero cuya luz aún permanece un instante más en la pantalla.
Un susurro vino después, lleno de duda sincera:
—“¿Esos seres que he visto conmigo… los guardianes… el animal tótem… ese ser de Séptima Dimensión… son reales, o es imaginación mía?”—
—“Muy importante… ¿con quién me comunico cuando medito?
¿Es mi Yo Superior… o sólo estoy jugando a imaginar? Quiero estar seguro.”—
Escuchar esas palabras me conmovió.
Porque son las preguntas que laten en miles de corazones.
Incluso en los que ya han tocado el velo.
La cultura en la que nacimos nos enseñó a desconfiar de lo sagrado. A negar lo que no se ve con los ojos de carne. A temer lo invisible… incluso si nos abraza con ternura.
—“¿Son reales o fantasías?”— Esa pregunta ha sido sembrada como trampa.
Y la única llave que abre esa duda… es la experiencia viva.
No los dogmas. No los libros. No los gurús.
Sólo la experiencia.
Porque una vez que vives el contacto,
una vez que sientes esa energía rodearte,
una vez que tu alma responde con lágrimas a una presencia que no puedes explicar…
ya no importa si alguien más lo cree.
Ya lo sabes tú.
Y eso basta.
Por eso siempre digo: ¡busca la experiencia!
No para convencer a otros, sino para iluminar tus propios espacios inciertos.
Y si aún quedan sombras… entonces busca más. Porque el alma, cuando es llamada con honestidad, siempre responde.
Si acaso sirve mi sentir, te digo lo que he percibido con claridad:
los guardianes, los guías, los tótems de Rodrigo… son reales.
Tan reales como el viento.
Tan concretos como la mirada de alguien que te ama sin palabras.
No son invenciones. No son adornos mentales.
Son seres objetivos, existentes más allá de la mente individual, y a la vez, profundamente vinculados a su viaje.
Este tema, en verdad, ha sido motivo de profundas enseñanzas en nuestra Escuela. La frontera entre fantasía y realidad… es mucho más permeable de lo que se cree.
En nuestra enseñanza de la Metafísica Matrix, sabemos que los seres “fantásticos”habitan lo que llamamos el Foco 2, también conocido como la Dimensión Subjetiva.
No son irreales.
Son reales en otra clave.
En otra música.
Y desde allí, nos acompañan. Nos guían. Nos esperan.
Para quienes deseen profundizar, hemos dejado huellas abiertas en nuestra obra Realidad Ilusoria. Allí se encuentran los mapas para volver a creer… y para recordar que incluso lo que imaginas, puede ser una verdad antigua llamándote desde dentro.
El aire estaba quieto cuando terminé de escribir.
Como si los guardianes mismos hubieran escuchado cada palabra…
y ahora descansaran en círculo, alrededor del fuego divino de un Dragón Sagrado.
La Presencia que acompaña.
Una vez, Rodrigo me confió algo que parecía una pregunta, pero que en realidad era un hilo sutil entre mundos:
—“Un detalle que se me olvidó… es confirmar:
¿mi alma está dentro o fuera de mí?
Algunos videntes me dicen que la ven a mi derecha, por fuera. Y yo también tengo esa sensación… como si no estuviera del todo en mí, sino que enviara una especie de energía-conexión.”—
Así me lo dijo,como quien busca con los dedos algo que ya está tocando.
Consulté a Ramiel… y su respuesta fue como una brisa que despeja la niebla:
Cuando se habla de un alma desplazada fuera del cuerpo, lo que en realidad se está viendo no es el Alma misma, sino una proyección del Ego.
Ramiel —como Alma—no habita dentro de Rodrigo. Existe en su propia realidad, en su plano, en su dimensión vibrante.
Pero Rodrigo, como muchos humanos sensibles, proyecta con frecuencia una copia de su conciencia. Una extensión viva de su percepción que explora mundos, que conversa con guías, que toca lo sutil.
Esa proyección es la que se encuentra a veces “fuera”…y a veces, dentro. No es fija. No está encerrada. Se mueve como un reflejo danzando en el agua.
Y aunque no es el Alma pura, es una herramienta real, un puente que le permite a Rodrigo caminar entre realidades.
Más tarde, volvió a surgir otra pregunta, tan antigua como las estrellas:
—“Se me olvidaba… ¿qué relación tienen los extraterrestres Liranos conmigo?”—
Esa fue su voz, abierta, curiosa, transparente.
Y de nuevo, la mirada de Ramiel trajo claridad.
La relación con lo lirano no nace directamente en Rodrigo, sino que se enraíza en el propio Ramiel.
Porque, como ya fue dicho en otra ocasión, Ramiel no es un pleyadiano. Él es un antiguo lirano.
Un alma que participó en las Guerras de los Dioses, mucho antes de que la humanidad comenzara su dispersión por el cosmos físico.
Una conciencia viajera, que atravesó muchas encarnaciones, cada vez más luminosa, cada vez más libre.
Él siempre fue lirano… como lo es toda alma humana, sin importar en qué estrella encarne su cuerpo.
Claro que, todo esto —dice Ramiel—no deja de ser un juego de etiquetas: biológicas, planetarias, densas.
Porque en los planos del Alto Astral, las razas ya no importan, las formas se diluyen.
Allí, lo único que distingue a un seres la vibración de su energía, la naturaleza pura de su conciencia.
Es allí donde se conoce la verdad, no por nombres, sino por resonancia.
Confirmación espiritual.
Poco después de publicar estos encuentros, Rodrigo tuvo la generosidad de compartir su sentir. Sus palabras, tan llenas de humildad y lucidez, me tocaban como notas de un piano en la bruma:
—“Ahora, viendo los artículos de Rah-Mahaal, también me he dado cuenta de esos cambios de historia del Efecto Mandela. Recuerdos que para mí son de una forma, para otros… son de otra. Pequeños detalles que arman un todo. No lo macro… los matices.”—
—“Leí lo de la proyección de conciencia, y es tal cual. Eso de que mi alma no existe dentro, ya lo había intuido. Muchas veces la he visto en su propia realidad, enviando una ‘conexión’ hacia mí…”—
—“En cuanto al nombre… Ramiel significa ‘el que truena como Dios’, o ‘el trueno de Dios’. Desde los 20 años, yo sabía que el nombre de mi alma tenía algo que ver con el rayo.”—
—“Toda esta investigación me deja muy conforme. Como se da cuenta, ya eran detalles que conocía. Sólo necesitaba que alguien más me lo confirmara, para poder verlo como algo objetivo…”—
—“Lo único que no sabía era lo del nombre Ramiel, aunque me lo hayan gritado espiritualmente. Siento que a Usted le revelaron más cosas… pero eso ya es mérito suyo.”—
—“En realidad, todo esto parece una buena historia de fantasía… Bien podría ser un libro —como mencionó usted— o una película… como les digo a mis hijos. Porque la verdadera realidad es más compleja de lo que uno cree. Tanto… que termina siendo muy sencilla. Como meditar.”—
Nos sentimos profundamente agradecidas con Rodrigo, por habernos permitido vivir estos encuentros astrales junto a su noble Ser.
Que cada palabra pronunciada sea semilla en quienes también buscan…
y que cada silencio sea un umbral abierto hacia su propio hogar interior.
✨
La conexión aún brilla,
como una hebra de luz extendida desde un corazón alado,
suspendida en medio del tiempo…
esperando ser recordada.

Escrito por la Maestra, Kalyna Rein.
Amiga de Dragones y Dioses.
Nota: versión adaptada APT (apta para todo público).
La versión original se reserva para estudiantes avanzados de la Escuela Satori.




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